domingo, 23 de enero de 2011

Top model a los 7

La estridente banda sonora de Tron, ese temazo de Daft Punk, resuena a todo volumen mientras del backstage salen miniaturas en movimiento de maniquíes adultos. Pequeñas réplicas de Jon Cortajarena atraviesan la pasarela caminando con actitud ultra-masculina, con grandes zancadas y mirada de tipo duro. Al volver, se cruzan con varias versiones lolita de Kate Moss, que no son tan flacas porque sean anoréxicas (aún), sino porque tienen siete años. O seis, o tal vez cinco. Cada modelo desempeña su rol: el de macho alfa, ellos; el de femme fatal, ellas. Y no levantan un palmo del suelo. Si alguna vez asistís a un desfile de moda infantil, probablemente os asaltará la misma duda que a mí: ¿pero estos monstruitos son de verdad niños? ¿no son robots, clones o replicantes? en la pasarela nada trasluce su alma inocente, no se aprecia ni un sólo destello de su infancia. Únicamente, en ocasiones, algún modelo entra en el backstage pegando brincos cuando cree que ya nadie le ve. Entonces es cuando el público del front row, tan serio, tan fashion, se percata de que la ropa la llevan puesta niños y no top models reducidos por los Jíbaros. Y yo, mientras tanto, aberrada, no puedo dejar de pensar en la polémica de Vogue, en esas fotos de niñas insinuantes tremendamente peligrosas. Porque cuando se trata de niños, la línea que separa lo moralmente aceptable de lo perverso es extremadamente delgada. Y cuando se trabaja en el sector, estas cosas dan mucho miedo. Me quedo con las ganas de ver por un agujerito a los papás y mamás de todos esos niños tan profesionales. Se me ponen los pelos como escarpias.

1 comentario:

  1. Siempre ha habido, madame Blanche, niños modelos y niños hechos monstruos por adultos, que generalmente son también sus padres. No es algo nuevo en esta sociedad, aunque usted acabe de descubrirlo, pero no por ello menos inquietante. Como madre sé que es muy goloso convertir a tu hijo en una estrella, de lo que sea, y la tentación está a la vuelta de la esquina. Sí, quizás, es ahora más peligroso por la falta de valores que hay en los adultos, pues está claro que el tipo de personas que sean nuestros hijos va a depender mucho de nuestras acciones en su aprendizaje. Y dado el nivel de madurez que tenemos en la actualidad... a mí también se me ponen los pelos como escarpias.

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