miércoles, 8 de diciembre de 2010

Marionetas de hilo que hablan portugués

La sala del teatro de títeres La Estrella se queda totalmente a oscuras, en ella, muchos adultos y algunos niños se preguntan con inquietud qué es lo que va a pasar a continuación. De repente, se ilumina una ventanita en el escenario. Es el retablo donde se va a representar la acción. Una canción pegadiza, festiva y folclórica emana de las cuerdas de una guitarra portuguesa entre bamablinas, y la luz mortecina de lámparas de aceite deja ver una serie de marionetas de hilo que danzan acompasadas portando cada una de ellas una antorcha (con fuego de verdad). Las marionetas son de madera y, cuando tocan el suelo del retablo, parecen zapatear en un tablao flamenco. La música pronto adquiere un ritmo más rápido y los títeres bailan enloquecidos (aún portando sus antorchas) hasta que finaliza el primer acto con un golpe seco contra la madera, que se lleva de una vez a todos los actores. Así comienza El Auto de la Creación de los Bonecos do Santo Aleixo (los muñecos de Santo Aleixo), unas marionteas tradicionales originarias del pueblo que les da nombre, en la región portuguesa del Alentejo.
Estos deliciosos títeres están fabricados en madera, miden entre 25 y 40 centímetros y son manejados por una pequeña compañía que los ha logrado recuperar tras años de abandono. Cuentan los que conocen a la gente del Alentejo que los Bonecos tienen un sentido del humor y una visión de la vida muy "alentejana", y son un legado cultural con siglos de antigüedad. Similares a las marionetas tradicionales de Lieja (Bélgica) y Sicilia, se cree que los Romanos ya disfrutaban de una versión muy parecida de este espectáculo. Críticos con la iglesia, con un humor nada sutil y un poco "de cachiporra", los Bonecos do Santo Aleixo pasaron por el Cabanyal, en Valencia, para reivindicar la permanencia del Teatro de la Estrella, cerrado durante algún tiempo y que ahora ha vuelto a abrir sus puertas... no se sabe por cuanto tiempo. Por estos lares ya sabemos que las cosas que no dan dinero o votos se pierden en el olvido, como los títeres del Alentejo o el barrio del Cabanyal.