miércoles, 29 de septiembre de 2010

Out of order

Aprovechando la jornada de hoy, me pongo en huelga de dedos caídos. Esto quiere decir que dejo de teclear en este blog, pero no sólo por un día, sino por un tiempo. Por causas ajenas a mi voluntad me veo obligada a pluriemplearme y, desafortunadamente, debo orientar toda la creatividad de que dispongo hacia fines exclusivamente lucrativos. Volveré... en cuanto la precaria situación laboral del mundo del periodismo me dé un respiro y me reporte un salario digno y suficiente como para no tener que trabajar en 20 sitios a la vez para llegar a fin de mes. Entre tanto... seguid leyendo muchos libros, prensa y buenos blogs. La información es poder.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Los niños de la luna

Por motivos profesionales últimamente me estoy empapando de información referente al autismo, un trastorno que, según el Instituto de Salud Carlos III, afecta a 1 de cada 700 personas, en su mayoría hombres. Los autistas sufren un trastorno del desarrollo, de origen neurobiológico, que se manifiesta durante los primeros 30 meses de vida. Esto implica alteraciones en el desarrollo de las funciones sociales, cognitivas y comunicativas que, normalmente, los niños adquieren en los primeros cinco años de vida. Investigando y hablando con distintas personas expertas en el tema, me he encontrado con Miguel Gallardo, un dibujante de cómic con una hija autista que ha llevado su experiencia al papel, a la animación y también al cine, con el documental María y Yo, que se estrenó este verano. Su cortometraje de animación El Viaje de María, explica perfectamente cómo es el día a día de un autista y su familia. Es una joya.

jueves, 16 de septiembre de 2010

"Viceversa"

foto: Papel en Blanco
Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte

tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte

tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte

o sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizás más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.

Mario Benedetti hubiera cumplido 90 años este mes...

lunes, 6 de septiembre de 2010

Swans at the docklands

Imagen: scenesofireland

El niño rubio de mirada gris estaba sentado en el muelle del Gran Canal. Desde allí podía ver los barcos atracar en el puerto de Dublín, o zarpar hacia el mar pasando bajo el puente levadizo que paralizaba el tráfico, logrando por escasos minutos que los coches no mandaran en aquella ciudad de jerarquías.

A su alrededor los otros niños rubios, con sus flequillos rubios y sus miradas grises, jugaban al hurling en los patios de sus casas. Hordas de niños con alma de pobre gritando palabras de adulto pobre en patios de casas pobres, presididos por imponentes e impotentes imágenes de la Virgen María rodeada de flores, como si por el hecho de estar ahí esos niños no debieran temerle a nada. Ni a las largas manazas de sus madres, ni a la Guiness en la sangre de sus padres, ni a la absurda vida que les espera.

El niño rubio de mirada gris sentado en el muelle hablaba con los cisnes, que movían sus colitas felices de que alguien les prestara la misma atención –que no comida-, que los turistas prestan a los cisnes del Saint Stephen’s Green. Pero los cisnes del puerto de Dublín son patitos feos y hambrientos; y bajo la atenta mirada gris enmarcada por el flequillo rubio del niño del muelle, no pueden ser sino grises. Tristes cisnes grises.

De pronto el cielo se volvió plomo y unas finas gotas de lluvia helada resbalaron por el rostro del niño. Miró al cielo, que se había tornado del gris de sus ojos; miró después a esos cisnes tan sucios como sus rodillas, y sonrió. Sonrió porque en las casas ricas de los suburbios los niños no podrían jugar en sus jardines, y celebró que la lluvia, por suerte, cae de la misma forma para todo el mundo en esta ciudad de jerarquías ahogadas en cerveza negra.

El niño se levantó y giró sobre sus talones con la intención de volver a casa. Imaginó que su papá aquella noche no había ido al pub y que le esperaba, entre risas, ayudando a su mamá a hacer la cena. Quizás hubiera música de fondo, esa cassette de viejas canciones irlandesas que le cantaban cuando era un bebé. Quizás esa noche no habría gritos en su salón. Puede que hasta su hermano mayor viniera a cenar con ellos.

Dejó de llover y los cisnes volvieron a acercarse al muelle. El flequillo rubio del niño, pegado contra su frente, le chorreaba por toda la cara. Los cisnes sabían que no era lluvia lo que mojaba la cara del niño. En el puerto todos imaginan que las cosas pueden ir mejor, hasta que se cansan de imaginar y empiezan a ir al pub. El niño rubio de mirada gris lo sabía bien. Ése es el lugar donde van a morir los sueños. Por eso él nunca irá al pub, ni siquiera cuando cumpla los 21, ni aunque le invite su hermano mayor. Los cisnes le observaban escépticos. De vez en cuando un niño rubio de mirada gris se hacía la misma promesa sentado en el muelle. Ya no creían en milagros. Hace años que se cansaron de soñar con pasear sus largos cuellos por el estanque del Saint Stephen’s Green.




miércoles, 1 de septiembre de 2010

El gran carnaval chileno

La primera vez que vi El Gran Carnaval (Ace in the Hole) fue en la Filmoteca de Madrid una de esas sofocantes y soporíferas tardes de agosto, en las que poco se puede hacer que no sea buscar el aire acondicionado de los cines y las cafeterías. Me metí en un ciclo de Billy Wilder, sola, esperando ver una comedia. Sin embargo, la película protagonizada por el enorme Kirk Douglas es de todo menos una comedia. Hacía años que no me acordaba de esta cinta que narra la historia de un minero que, al quedarse atrapado en la mina se convierte, sin saberlo, en la víctima de los retorcidos planes de un periodista de poca monta en busca de un Pullitzer. Un relato estremecedor cuyo parecido con la noticia de los 33 mineros atrapados en Chile me provoca pavor. En un principio parecía que tardarían 3 meses en rescatarles y ahora barajan varios planes alternativos para acortar este plazo; mientras tanto, las imágenes que la cámara-sonda nos brinda alimentan los informativos televisivos día a día, junto con las cartas que los mineros escriben a sus familiares acampados en el exterior de la mina. Ahora también se han instalado en la zona otros trabajadores de la misma empresa como protesta por sus condiciones laborales. El peregrinaje de personas a la entrada de la mina comienza a crecer y asusta pensar que aquello pueda convertirse en ese "gran carnaval" de Wilder. De momento los medios están mostrando respeto por los mineros. Esperemos que la cosa no cambie y no se alargue el rescate, no sólo por la terrible experiencia que están viviendo; sino también para evitar que la noticia se convierta en un reality en el interior de la mina. Las cabezas pensantes de los mass media pueden ser extremadamente perversas. Es una suerte que la película de Billy Wilder sea una de sus obras menos populares. Mejor no darles ideas.