viernes, 12 de noviembre de 2010

Abuelos en el centro comercial


Hace algún tiempo recuerdo que un arquitecto de renombre al que entrevisté me hablaba de cómo en la sociedad de consumo en que vivimos, los centros comerciales han sustituido a las plazas públicas como espacio de encuentro y reunión entre las personas. Siempre pensé que exageraba y que, a pesar de la deshumanización propia de las grandes ciudades, la gente sigue reuniédose en los cafés, los parques y las plazas. Cuál fue mi sorpresa cuando ayer mismo vi a tres abuelos, con boina y garrota en mano, sentados en un banco en mitad del centro comercial Nuevo Centro de Valencia. No estaban comprando ni esperando a un familiar. Estaban "a la fresca", mirando a la gente, de tertulia, pasando la tarde. No daba crédito. Luego lo pensé y le vi toda la lógica: en invierno están calentitos y en verano fresquitos, y encima se alegran la vista mirando a las muchachas jóvenes que suelen frecuentar ese tipo de lugares. Me prometí a mi misma que les haría una foto, así que cuando vuelva por ese centro comercial les fotografiaré y os demostraré que sí, que efectivamente aquel arquitecto tenía razón. Los abuelos han cambiado las plazas públicas de antaño por los centros comerciales.
Y es que estar a la fresca es una de las grandes aficiones de los jubilados, junto con mirar las obras y jugar al tute, distracción que en Valencia se han empeñado en fastidiarles. Por lo visto hace años que el Ayuntamiento prohibió las apuestas con dinero en juegos de mesa en los centros de mayores. Los abuelos están que trinan, dicen que el tute sin apostar céntimos (¡céntimos!) no tiene gracia, que sin estas distracciones la vida para ellos carece de interés.
La noticia ayer era portada de los principales diarios locales. Increíble pero cierto, las apuestas ilegales de los jubilados desbancan de la primera plana al conflicto del Sahara. ¿Vivo o no vivo en una república bananera?

3 comentarios:

  1. Sin duda vive usted en una república bananera, Madame Blanche. Pero no más que en el resto de países del primer mundo, pues si en el suyo los alcaldes tienen sueños feláticos con los labios de las ministras, en USA los presidentes los llevan a cabo con becarias. En Japón, puntal de la corrección y la tecnología, los parlamentarios se lían a puñetazos en plena sesión. En Italia los mandatarios montan orgías con los fondos públicos. En Rusia el jefe del gobierno se tambalea por efectos del alcohol en actos públicos. En Canadá la primera dama se jacta de la cornamenta que ha puesto, mientras su pobre esposo abandona temporalmente el gobierno para llorar su desgracia. En Francia, la esposa del presidente es una vedette que hace cameos con Woody Allen. En Polonia el presidente viaja en vuelos de alto riesgo con todo su séquito. En el Reino Unido los príncipes se disfrazan de nazis... y así podríamos seguir, mientras el mundo sufre los efectos de la crisis, en el mejor de los casos, y la miseria, la ambición desmedida de unos pocos, la injusticia, los baños de sangre... en el peor.
    Pero nos hemos ido del tema. Curiosa y acertada su reflexión sobre los abuelos y los centros comerciales. Debo añadir que es un fenómeno propio de las grandes ciudades, donde los centros comerciales han sustituido a la plaza no sólo para los abuelos, también para los niños y los adolescentes. Efectos de esta sociedad de consumo. Los niños consumirán chuches, que por esos lares abundan. Los adolescentes están en el paraíso de las hamburgueserías. Y me pregunto, ¿los abuelos, con su pensión, tomarán vinitos a 2 euros en los "Mil montaditos" o en el "Cañas y tapas"? ¿Tendrán que salir a una de las escasas y alejadas entradas de estos centros a echar el cigarrito? O el mundo está al final de su proceso de cambio o nos estamos volviendo cada vez más gilipollas.

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  2. He leído con satisfacción tanto el post escrito como el comentario hecho por tu colega.
    Les dejo mi humilde opinión (experiencia). Yo he vivido en Filipinas unos años, república bananera si las hay, aunque sería más acertado decir arrocera, entre otras deshumanidades que sufren. Y hete aquí que los Centros Comerciales, allí, son el juguete hace bastante tiempo de moda (entre otras cosas). Se pasan los días en los centros comerciales porque en ellos no sufren del calor de su clima eternamente caliente, porque allí pueden acceder a un mundo del que de otra manera no formarían parte, aunque la expresión correcta sería "observar con deseo", porque no pueden acceder a nada, considerando el nivel económico y los salarios roñosos.
    El Centro Comercial se ha convertido en el futuro al que nunca llegarán.
    Contrariamente, de España no puedo más que estar de acuerdo con vosotras, ya que considero que lo que han dicho es lo que mis ojos también ven.

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  3. Nacho, en Irlanda trabajé con una chica filipina cuya obsesión era gastarse todo su sueldo en regalos para su familia (léase ropa, juguetes y gadgets varios comprados), por supuesto, en Centros Comericales. Tienes toda la razón.

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