viernes, 11 de junio de 2010

La miseria te espera en cualquier esquina


Son las cuatro de la tarde en una calle cualquiera de un barrio de clase media de Madrid. La calzada está ocupada por varias filas de coches, monovolúmenes en su mayoría, de los que salen mamás, también en su mayoría, con carritos de bebé y bolsas con la merienda para sus retoños. Es la hora de salida de la guardería. En la misma calle y a la misma hora, un edificio maltratado por el abandono y el tiempo, en cuya puerta puede leerse una placa que dice "Colegio Hispania", bulle de actividad en su interior. Está okupado por varias (no podemos adivinar cuántas) familias rumanas de etnia gitana. De repente la puerta metálica verde que veis en la imagen se abre, permitiendo atisbar el interior. Chatarra. Son chatarreros. Un niño de unos 7 años se asoma a la puerta y se queda inmóvil mirando fijamente, con una mezcla de envidia y curiosidad, a los niños que salen de la guardería luciendo ropa limpia y mochilas con llamativos dibujos, comiendo chuches y bebiendo esos yogures para beber tan monos que hay ahora. Los niños y las mamás se meten en sus coches para volver a casa, donde les esperan dibujos animados en pantallas de plasma de 42 pulgadas. Los coches brillan, son grandes y están asegurados a todo riesgo. Quizás el niño piense que, por nada del mundo, querría jugar con esos niños. Puede ser que su mamá le diga cada día que no se acerque a ellos, como seguramente harán las mamás de los coches brillantes con sus pequeños. Conclusión: la miseria está por todas partes y algunas de las peores cosas que genera son la desconfianza y el resentimiento.

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