Mis brazos están tristes,
mis piernas también;
triste está mi ombligo,
ya no ríe como solía
y el cansancio viejo
de esta familiar tristeza
se apodera de mis ojos que,
a veces, duermen.
La desidia entrañable de mis entrañas
se ocupa del resto,
haciendo de mi extenuado cuerpo
su guarida para el desánimo.
Hoy es día de matanza.
(sin demasiadas ganas de observar la vida con detenimiento)
No hay comentarios:
Publicar un comentario